¿Tú también te has planteado alguna vez un cambio de vida radical? ¿Sientes frustración, estrés y ves en cualquier acción una competición?

No eres la primera persona que se siente así. Quizá la idea de cambiar de aires y dejar el estresante microclima que se crean alrededor de las ciudades ronda más de lo que crees por tu mente, pero no te atreves nunca a dar el paso.

Tal vez tengas algo que te “ate” a vivir en la ciudad.

Quizá tengas miedo a perder lo que te da la ciudad.

Pero ¿hasta qué punto es una perdida? ¿has pensado todo lo que podrías ganar?

Cambio de vida
Calles del pueblo

Esta y mil preguntas más fueron las que se hicieron Tamara y Javier antes de dar el gran paso y volver a sentir el olor de la chimenea de un pequeño pueblo.

¿Quieres saber su historia? ¡Aquí esta!

Gracias familia por compartirla con las demás.

Cambio de vida

La decisión.

Tamara y Javier vivían en una gran ciudad en la comunidad de Madrid. Ellos tenían todo lo que se necesitaba para vivir cómodamente: servicios médicos, parques, una gran oferta cultural… pero a la vez, estaban rodeados de gente desconocida.

En una ciudad es imposible crear una comunidad donde el individuo es más importante que el grupo. Si, es verdad conoces mucha gente, personas extraordinarias, pero no va a más, es muy difícil, por no decir imposible, crear un vínculo de amistad. Nos cuenta Tamara.

La joven pareja son padres de dos niños.

Desde que nacieron nos dimos cuenta de que el estrés que nos producía la ciudad afectaba a nuestras relaciones familiares, teníamos menos paciencia, íbamos corriendo a todos lados pendientes del reloj.

Un día Tamara se fijó a la salida de la escuela de que, en general, las familias llevaban a sus hijos e hijas en los carritos cuando aquellos niños y niñas eran más que capaces de caminar por bastante tiempo.

Asique por curiosidad, Tamara le preguntó a una de aquellas madres cual era el motivo por el cual llevaban a los peques en los carros. La respuesta de aquella madre fue algo que le hizo reflexionar: Si lo llevo en el carro puedo ir más rápido. Estrés VS autonomía.

Nosotros creemos firmemente que no es necesario hacer muchas cosas, es necesario hacer las cosas que puedas siempre y cuando las disfrutes.  

Los motivos del cambio de vida

Entre los motivos que llevaron a esta familia a cambiar de rumbo están el estrés y el consumismo desenfrenado que cada vez más ocupa nuestras vidas.

Además, los peligros tanto los peligros físicos (tráfico, ciudades sucias…) como psicológicos (miedo a que le hagan daño a tus pequeños debido a la cantidad de personas desconocidas que viven en estas “Colmenas”)

Con todas estas razones, Tamara y Javier se lanzaron a la aventura. Dentro de sus indispensables, el nuevo lugar para vivir debería estar cerca de su familia, tener un centro de salud y naturaleza.

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En conclusión, un pueblo con poca gente y cerca de otro que tenga servicios básicos, ambulatorio, mercado y algo de trabajo… esto último es lo más difícil.

Desde los ayuntamientos, nos cuenta Tamara, te ayudan con todos los trámites. A estos les interesa que sus pueblos no se «mueran» y te ayudan si necesitan gente para trabajar en cualquier empresa de la zona (ellos se enteran antes de que cualquier empresa de trabajo temporal).  

¿Te imaginas despertarte y ver montaña, río y naturaleza y no el bloque de hormigón de enfrente? ES POSIBLE, ¡¡TODO ES POSIBLE!!!

Y lo encontraron.

Nos cuentan que es maravillosa la relación que se tiene con los demás habitantes del pueblo.

Somos como una familia, todos nos ayudamos con lo que sabemos y compartimos los recursos que tenemos.

¿Cómo es la vida en el pueblo?

Aquí en el pueblo la vida es más cara y barata a la vez. El pan es más caro, internet es de peor calidad. La comida es más cara pero no tienes más gastos. El alquiler es super barato en comparación con la ciudad. Normalmente no sales a tomarte un helado o a cenar fuera. Los lujos que tienes a tu alrededor no se pueden comprar, la naturaleza te los tiene que ofrecer; como ir a trabajar y cruzarte con 4 o 5 corzos y algún jabalí.

 

La vida en el pueblo para los más pequeños.

El otro día enseñamos a mis hijos a coger ranas, también nos encontramos con una víbora y ellos un poco retirados, les enseñamos como se mueve esta, como se inmoviliza y sobre todo a no molestar a ningún animal, el respeto por la naturaleza es eje central de la educación de nuestros hijos.

En el pueblo, todos los días hay algo que hacer: ir en bici (ellos pueden decidir el camino ya que no es tan peligroso como en la ciudad) ir a la montaña a «explorar», coger sapos y saltamontes, hierbas aromáticas…

Además, aquí con la calma elaboran sus postres, productos de higiene y limpieza (como el jabón hecho de ceniza de su propia estufa), juguetes de madera, cartón o reciclado, conservas y un sin fin de productos que nos intentan vender pero que su elaboración artesanal no es tan complicada, sólo con mirar el pasado, a nuestros antepasados, encontramos muchas de las soluciones a nuestros «problemas».

Nuestra reacción ante una adversidad ahora es más pausada y reflexionada, no gritamos tanto ni nos enfadamos. El cambio nos ha unido como pareja y como familia más aún. El otro día hablamos de que, a la ciudad, no volvemos si no es extremadamente necesario

Estábamos equivocados al preguntarnos ¿por qué ir a vivir a un pueblo? La pregunta correcta era… ¿por qué seguir en la ciudad?

¿Qué os ha parecido la maravillosa historia de Tamara y Javier? ¿Tú también te aventuraste a vivir un cambio de vida? ¿O aun estas pensando en ello? ¡Nos encantará saber tu historia! Puedes hacerlo en lamentemocionante@gmail.com y ayudar con tu experiencia a las demás personas.

No olvides de visitar el post sobre El maravillosos mundo lento.

Gracias de nuevo a esta familia de valientes, por superar el miedo a las adversidades y vivir un mundo diferente. Esperamos que cuando el Internet esté activo, os lleguen todos nuestros deseos de paz, salud y armonía.

¡Nos vemos por la vida!

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